Se despliega tirana sobre el mapamundi,
con más ganas de ser occidente que mundo,
con más ansia de ser territorio que tierra, de ser dinero
y no alma.
Se sube a pedestales metálicos que ni siquiera son suyos.
Pasa del adobe al mármol y del papel a la sangre.
Mira al mar solo si viene vacío, si viene calmado
y trae peces.
Y quema el árbol que siempre le dio raíces,
el que siempre le dio fruta, el que le dio ramas, fuerza
y le dio sombra.
Europa, que ya ni te conozco,
que no oyes,
que no conversas,
que no lees más que un idioma.
Europa, que ya ni te hallo,
ni en el pliego enorme de tus canas,
ni en la vasta falda de tus orillas.
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