La niña del dedo azul no quiere ser cenicienta,
ni princesa, ni cuentista.
Solo quiere, que se sepa, lograr ser protagonista,
de su vida, de su cama, y de sus lágrimas de artista.
La niña del dedo azul
sonríe de boca abierta,
suspira a corazón cerrado
remira con ojos emplatados.
Desnuda de cuerpo entero
pero recubierta en celos.
La niña del dedo azul
aún sigue casi despierta,
y guarda en un abanico
mil besos prietos y chicos.
Para quien se los encuentre,
pero ella lo desmiente.
La niña del dedo azul no quiere ser cenicienta,
ni princesa, ni cuentista.
Solo quiere, que se sepa, lograr ser protagonista,
de su vida, de su cama, y de sus lágrimas de artista.
La niña del dedo azul
se esconde bajo su pelo,
de aquellos donjuanes pobres
que no supieron ser hombres.
Y hasta le pueden las ganas
de acabarse la manzana.
La niña del dedo azul,
a veces se pone un velo,
que ella dibuja con flores
resguardándose de horrores.
Recortando en cartulina
un corazón y una vida.
La niña del dedo azul no quiere ser cenicienta,
ni princesa, ni cuentista.
Solo quiere, que se sepa, lograr ser protagonista,
de su vida, de su cama, y de sus lágrimas de artista.
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