
Me gusta cuando te haces intocable,
cuando alcanzarte se convierte en imposible,
cuando la urna se reviste de ladrillo
y las palabras se hacen eternas y alejadas.
Me encanta saberte distanciada,
mirarte a hurtadillas en mis cajones
cuando el recuerdo es quien anida en mi callada.
Me encanta cuando te haces invencible,
radiante en otro extremo del planeta,
vibrante, arrolladora y necesaria.
Ausente, diferente y tan poeta.
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