Por más días que se acumulen en los cojines,
tu silueta sigue impresa en sus arrugas.
Sigue tu silbido tempranero y tu ajetreo meticuloso en los cajones.
Sigue un jamón escudriñado entre tus artes,
sigue el compás de tarareo de alguna fiesta.
Sigue un regalo, una sonrisa y ese baile.
Sigue tus manos tan curtidas en los jornales.
Siguen tus armas de artesano en los rincones.
Sigue tu voz, siguen tus ojos y tus corbatas.
Sigue tu aroma, tus chocolates y tus palabras.
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