
Tengo un pechizco cogío entre tu nombre y el mío.
Una tortura en los deos que se hierven de deseo.
Tengo una pala de besos que se están entreverando
Se emborronan se guasnían y tú, sin hacerme caso.
Si pudíeramos tú y yo sembrar rosas en el cielo,
siguiendo los cien destellos que da un solo corazón,
no cabría ni otra canción en los ojos de la luna
ni otra luz en tus pupilas ni otra risa en mi pintura.
Ya me he enterao que otro cuerpo ahora calienta tu cama.
Que te arropa y te encandila, que te toca y te marea
otro cuerpo desgraciao que no sabe lo que ha hecho
y que por sentir tu pecho su cordura ha estropeao.
Deja una respuesta