
Siento los pies cansados de buscarte, de perseguir aquello que me dabas.
Tengo el zapato muerto en el asfalto, de recorrer el campo y la batalla.
Los tres colores de un solo día, el primer beso de la mañana,
las palabritas en la almohada, mis dos canciones y la ducha fría.
En un camino descalzos van mil dedos, ya no hay sandalias que intenten encontrarte.
Sobre un cordel hoy tiemblan cien zapatos, que todavía se inventan un pasado.
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