
Del color de los árboles son las heridas del jornalero.
Del verde de la brisa y de las zanjas.
Respira tierra, soles, sales y semillas.
Aspira escasas madrugadas y eternos despertares.
Del color del trigo son los sudores del labrador.
Del azul discreto de la luna.
Sin saber el color de los dineros extraños.
Sin conocer el papel, la firma o los balances.
Del color del rayo son los ojos cuando llora.
Del amarillo sangrante tormentoso.
Viendo roto su trabajo a otras horas.
Viendo hundidas sus heridas para nada.
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