
Me he encontrado una princesa en el pasillo y mi corazón ha corrido más que mi vista.
He intentado hablarle pero mis palabras eran demasiado pobres.
He intentado tocarla pero mis dedos no parecían lo suficientemente limpios.
Sus ojos, negros por dentro y fuera, sí me han mirado.
Sus labios, más humildes que los míos, sí me han hablado.
Y sus dedos, afortunadamente sucios, sí me han tocado.
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